22/10/2020

Fratelli Tutti: una llamada a la fraternidad desde la sencillez y la alegría

"La verdadera sabiduría supone el encuentro con la realidad"

 

El pasado 4 de octubre, día de San Francisco de Asís, el Papa Francisco presentaba su nueva encíclica Fratelli Tutti, al más puro estilo de San Francisco, sencillo, alegre y abierto. Nos pone en el centro la necesidad de construir juntos, amarnos y hacernos cercanos de manera real y auténtica y sin dejarnos engañar por el individualismo, los populismos y liberalismos, y la falsa sensación de conexión que nos ofrecen las pantallas.

Para conseguir una verdadera fraternidad universal necesitamos partir de la realidad, los pies en el suelo. «La verdadera sabiduría supone el encuentro con la realidad». Y en concreto, necesitamos ver, tocar y conocer la realidad de las personas en situación de mayor vulnerabilidad. Desde Cáritas estamos convencidos de que sólo este contacto físico y real con los demás, con las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, nos puede tocar el corazón para vivir como hermanos. Con una fraternidad abierta, «que permite reconocer y valorar cada persona más allá de la proximidad física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde viva». Por eso no podemos ser ajenos al sufrimiento humano del hermano que tiene que migrar, los hermanos que nuestra sociedad descarta, los hermanos que ven vulnerados los derechos humanos más básicos. Y nos advierte que una conexión ficticia, basada sólo en lo digital no es suficiente para tender puentes, «no llega a unir a la humanidad».

Nos adentra en el camino de la amistad social a partir de la parábola del buen samaritano, alguien que dedica su tiempo preciado, en un mundo de prisas y de agendas llenas, que se detiene ante una persona abandonada, descartada , mientras que el resto pasa de largo.

Nos hace ver que como sociedad, «hemos crecido en muchos aspectos, pero todavía somos analfabetos en acompañar, cuidar y sostener los más frágiles y débiles de nuestras sociedades desarrolladas». Con sus propias palabras, «la parábola nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen cercanos y levantan y rehabilitan el caído, para que el bien sea común «.

Releyéndola, y adentrándonos en el papel de cada personaje nos interpela a identificarnos y a entender que todos estamos en la misma barca, y que la vida «subsiste allí donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad «. Tal y como apunta José Laguna, la parábola del buen samaritano nos empuja a la triple dinámica del hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad [1].

Nos anima a salir de nosotros mismos, de nuestra familia y lazos más cercanos y abrirnos a los demás. A ser sociedades abiertas que acogen y que integran a todos. Donde las personas se sitúan en el centro y la economía se pone a su servicio, y donde el trabajo decente es el camino de realización de todas las personas. Con una caridad social y política que lleve a un replanteamiento. «Una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas que permitan superar presiones e inercias viciosas».

También nos anima a construir una sociedad donde la caridad está unida al compromiso con la verdad, donde cuidamos la fragilidad desde la ternura, la amabilidad, el diálogo y la amistad social. Todos ellos conceptos que cuando los encarnamos en nosotros mismos nos convierten en artesanos de la paz.

En resumen, una encíclica del Papa que aporta visión, valores por transcurrir el camino. Desde un conocimiento de la realidad tanto al detalle que nos resuena desde Cáritas y nos recuerda temas que salen en el día a día de nuestras reuniones, como la necesidad de que las personas migradas puedan abrir una cuenta corriente. Y desde una invitación a la esperanza, que «sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que aprietan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Caminamos en esperanza «.

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[1]LAGUNA, J. (2011). Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad: hoja de ruta samaritano para otro mundo posible. Barcelona: Cuadernos Cristianismo y Justicia.