06/04/2021

El voluntariado, una estructura de país esencial

 

Hace apenas un año se inició el confinamiento total debido a la pandemia provocada por la Covidien-19 a nivel mundial. En aquellos primeros momentos de incertidumbre y desconocimiento, las autoridades de nuestro país, a partir de las informaciones y recomendaciones de nuestros científicos, iban tomando decisiones eminentemente sanitarias para que los profesionales sanitarios iban de cabeza para intentar controlar un virus descontrolado y que no se dejaba atrapar.

Todo el mundo nos tuvimos que cerrar en casa por un largo período de tiempo, excepto las personas que realizaban servicios esenciales (principalmente, profesionales de los equipamientos sanitarios -médicos / as, enfermeros / as, personal de limpieza-, transporte, profesionales de la alimentación …).

En ese momento pasó muy desapercibida la labor de las personas voluntarias que, principalmente desde las entidades del tercer sector social de Cataluña, continuaban atendiendo y acompañando a las personas más vulnerables y desvalidas de nuestra sociedad. La tarea esencial de seguir acompañando, de manera presencial, a personas mayores, personas enfermas, niños, personas sin hogar, etc. que vivían en equipamientos residenciales, en pisos de acogida o en la misma calle, se debía seguir realizando ante la incomprensión de nuestro entorno y, incluso, del Gobierno, de los partidos políticos, de la policía o del Procicat.

Tuvimos que reivindicarnos y poner en valor la labor del voluntariado, como una tarea esencial para nuestra ciudadanía. Tuvimos que luchar como sector y presentar propuestas que, poco a poco, se fueron aceptando por parte de nuestros gobernantes. Era inadmisible que las personas voluntarias o aquellos grupos de personas que, desde la proximidad y la buena vecindad, daban soluciones muy rápidas a las vecinas y vecinos que no podían salir a hacer la compra oa buscar su medicación diaria por imposibilidad personal, fueran multadas por los agentes de la autoridad para saltarse el confinamiento. La responsabilidad personal y colectiva ante las personas más indefensas, nos llevaba a ofrecer soluciones urgentes que posibilitaran los desplazamientos de urgencia y esencial para nuestra ciudadanía.

Con el paso del tiempo, se entendió la importancia de la tarea voluntaria (no pasamos por alto que en Cataluña contamos con más de 350.000 personas que dedican una parte de su tiempo y de su vida al servicio de las personas más vulnerables a través de las entidades del tercer sector y tenemos que estar orgullosos) y se nos ha acabado reconociendo como una verdadera estructura esencial de país, que nos permite mantener la sociedad más cohesionada y con menos sufrimiento del que estaría sufriendo de no ser por este compromiso solidario.

Después de un año de pandemia, parece que el conocimiento sanitario del virus ha evolucionado y se sabe cómo afrontarlo (a través de pruebas PCR, a través de vacunas, etc.). Sin embargo, después de las tres olas sanitarias que hemos sufrido, parece que no aprendemos que la ola social que estamos sufriendo (con la pérdida del tejido empresarial y la eliminación de muchos puestos de trabajo, la falta de apoyo económico para las personas autónomas, la falta de recursos económicos a las pequeñas y medianas empresas, la falta de apoyo económico a entidades del tercer sector, etc.) es mucho más grave de la que sufrimos en la anterior crisis de 2008 y, desde el nuevo Gobierno que tomará posesión en breve, es necesario afrontar el apoyo económico a la ciudadanía para evitar que nos acabamos de hundir.