12/05/2022

Miquel Àngel, nuestra piedra angular

He esperado unos días a enfrentarme a esta página en blanco. Sé que alguien como tú no me aprobaría esta palabra con cierta connotación bélica, pero para mí, desde el viernes pasado a medianoche, que los pensamientos han sido una batalla continua entre la tristeza, la rabia y la incredulidad.  No ha ganado nadie. Han perdido todas, estaba cantado. Hoy he venido a pie al trabajo y he llenado el camino de lágrimas.  Te he querido recordar aún más, parándome un momento ante la ventana de este despacho que, lleno de diarios, siempre será el tuyo. Tenía la sensación de que era un buen lugar donde explicarnos nuestras confidencias y darme cuenta, demasiado de repente, de que las historias que nos teníamos que contar se han acabado, está siendo un golpe duro. Cuando he llegado a la mesa con tu correo pendiente de responder, no ha habido consolación posible, mientras las compañeras han estado más pendientes de mí de lo habitual. Y de Anna, también. Saben de sobra que formábamos un gran equipo y que tú eras la piedra angular. Ni un comentario fuera de lugar, ni una respuesta en negativo. Siempre conciliador, entre esas pausas tan tuyas.  Después hemos venido a despedirte. Puedes imaginarte que los brazos de Sant Ignasi no han tenido suficiente envergadura para abrazar todo el dolor que inundaba tu querida parroquia.  El resto ya es historia.  Miquel Àngel, me debías una comida que ya nunca más tendrá el mismo gusto pero, por suerte, el placer de haber coincidido contigo me reconfortará de toda la amargura.